Art Surf Camp,
Mi historia de surf no es tan diferente a la de un montón de otras personas con las que crecí. Pero debido a mi estatura, estaba más cerca del nivel del mar que la mayoría. Y esta perspectiva me ha proporcionado aventuras y una visión de la vida que no cambiaría con nadie más.
Empecé a aprender a surfear en una tabla de boogie. Yo era lo suficientemente pequeño como para subirme en ella. Mi primera tabla de surf me la regalaron cuando tenía 11 años de edad y poco a poco fui perfeccionando mi surf. Mi padre encontró un shaper en San Diego, Joe Ghio, que estaba realmente interesado en la construcción de una tabla adecuada a mis medidas. Como mis brazos eran mucho más cortos, quería asegurarse de que sería capaz de remar bien. Fue sin duda una experiencia muy enriquecedora y esa tabla fue un importante punto de apoyo para avanzar en mi surfing.
Nunca me he sentido diferente en el agua. Esto se debió principalmente al hecho de que mis amigos siempre me incluyen y me trataron como a cualquier otro tipo en el equipo. Creo que la razón por la que siempre he sentido cómodo en la playa se debe a esta aceptación. Mis amigos me cuidan igual que yo les cuido a ellos. El surf es simplemente nuestra vida. Un fin de semana normal consistía en olas, comer un burrito de desayuno, más surf, comer otro burrito, más surf, ir al cine, dormir y repetir todo el ciclo durante el domingo. Nos volveríamos a pasar todo el verano en la playa. Nos gustaba ver películas de surf y tratar de replicar los movimientos y hablar de viajes de surf que algún día haríamos. Ahora tenemos GoPros y hacemos nuestras propias películas de surf. Siempre pareces un mejor surfista si hay un poco de música de fondo.
Con la edad, el surf me ha ayudado a mantener un estilo de vida saludable y una actitud positiva en la vida, que es algo que me gusta compartir con los demás. El verano pasado tuve la oportunidad de colaborar con la asociación Little People of America y la escuela Surf Diva para crear una clínica de surf específicamente para las personas con enanismo. Sólo las expresiones en las caras de las personas que salían del agua ese día fueron suficiente para darme cuenta del éxito del evento. Además de eso, este evento me permitió mostrar a otros como yo que hay actividades que pueden parecer fuera de su alcance al principio, pero con el suficiente esfuerzo y creatividad, hay olas que pueden ser surfeadas. Esto es importante para mí, porque si la gente pequeña es capaz de hacer surf, de correr maratones o de convertirse en médicos, abogados, maestros y artistas, se convierten en referencia para las personas jóvenes con enanismo que se preguntan dónde los llevará su vida.
Estoy feliz por tener la oportunidad de disfrutar con el surf. Algo que siempre he amado del surf y del océano es ese momento en el que estás en el labio de una ola, nada es comparable a esa sensación. En ese momento no importa tu estatura ni cómo te ves o lo que otra gente piensa de ti. El océano no se preocupa por ninguna de esas cosas. La ola va contigo o sin ti. Eres tú el que toma la decisión de subirte a esa ola.