Art Surf Camp,
Viajar lejos, surfear en otras aguas, conocer lugares exóticos. Ese es el sueño de todo surfista. Cada día, internet nos llena la cabeza de imágenes de playas vacías y agua cristalina donde las series nunca acaban y cada ola es diferente. Hoy en día, lugares como Hawaii, Indonesia, Islas Reunión o Australia están al alcance de casi todos, pero cada paraíso tiene su amenaza y ese es el precio a pagar por disfrutar del gran azul.
Más allá de las olas XXL o el reef afilado del sudeste asiático, existe un peligro mayor que no podemos controlar y que se encuentra en el fondo del mar: los tiburones. ¿Cuántas noticias escuchamos últimamente sobre ataques de tiburón a surfistas? Unas cuantas, aunque si calculamos la gente que entra al agua cada día estos ataques son pocos. Una reciente noticia señalaba que por cada muerte por ataque de tiburón morían 1.000 ciclistas, y que de los 81 surfistas que fueron atacados en 2016 solo murieron cuatro.
Esto se debe a que este depredador marino confunde a los surfistas con sus presas favoritas, las focas. Y es que los humanos no son la raza preferida por los tiburones, tal y como muestran las estadísticas: durante todo el año pasado, solo un buceador sufrió un ataque por parte de un tiburón. Y eso, para los surfistas, da que pensar.
El asunto es que los tiburones, cuando van a atacar, no avisan. Normalmente, no los ves y aparecen del fondo del mar por sorpresa, y eso asusta, y mucho. Y aunque, la mayoría de las veces su mordedura no es mortal, corres peligro de ahogarte o de que vuelva atacarte si no recibes ayuda lo antes posible. Y, luego, hay que ver si en esa situación tienes la sangre fría para estar calmado y darle un puñetazo a un bicho de ese tamaño en todo el morro y ponerte a remar rumbo a la arena.
Pero lo cierto es que la vida real no es tan dramática como en películas como Tiburón o Deep Blue Sea. Aunque no deja de ser un asunto peliagudo y que de vez en cuando a todos se nos haya pasado por la cabeza, cuando uno se sienta en la tabla, solo, y mira un mar oscuro y misterioso, lo cierto es que tienes la misma posibilidad de que te ataque un tiburón de que te toque la primitiva. Además, existen cada vez más aplicaciones y páginas para detectar la llegada de tiburones a la costa, llenas de miles de consejos sobre cómo actuar si eres víctima de un ataque de tiburón.
Lo que está claro, es que la solución no pasa por matar tiburones o dejar de surfear, sino por entender y respetar su ambiente, sus costumbres y modo actuar. Y en base a ello, ser más cautos. Porque nadie, al fin y al cabo, está libre de peligro, ni siquiera si nos quedamos en casa sentados en el sofá. ¿Y qué sería la vida sin una buena aventura?
Fuente: El País